jueves, 15 de enero de 2009

Trabajando en Francia por Jane Macfarlane

Era el año 1972, yo tenía dieciocho año y estaba en Francia con mis amigos escoceses de vacaciones en el sur. Hacía calor y todas las flores de mayo florecían y me sentía muy feliz. Terminé la escuela hace casi un año e iba a entrar a la Universidad de Dublín en octubre. Tuve al meno tres meses para trabajar antes de ir de vacaciones con mis padres en septiembre. ¿Qué hice? Dejé mis amigos al final de las vacaciones y me fui a Marsella a donde mi prima trabajaba. Ella era enfermera.

Me quedé con ella algunos días hasta que, con su ayuda, encontré un trabajo como “au pair”, niñera para una familia. Después, fui en tren hasta Lyon y luego fui en taxi hasta su casa en un pueblito que se llamaba Francheville le Haut. Todavía no hablaba muy bien francés, aunque estudié el idioma por lo menos cinco años en la escuela, y entonces fue, al principio, bastante difícil. El padre de la familia era médico, su esposa era bibliotecaria y ambos tenían cuatro hijos entre 4 y 11 años. Un varón y tres hijas. Ellos me acogieron muy bien.

Generalmente, me gusta mucha la comida francesa pero, en mi primera cena allá tuve que comer pajaritos. Muy pequeños. Afortunadamente, después de esa noche la comida fue más fácil de comer y muy sabrosa. La familia era muy simpática y los chicos se portaban bien la mayoría del tiempo. Trabajaba todos los días y ganaba $36 pesos cada semana. Entonces, con poco dinero y tiempo no hice mucho fuera de la casa. Pero la familia se portó muy bien conmigo, como si fuera una invitada. Una noche me invitaron a ver un ballet de Bela Bartok en el anfiteatro romano en Lyon. La ubicación fue hermosa, nos sentamos bajo las estrellas. También el ballet fue muy bueno y puedo recordarlo aún hoy.

La vida en este pueblito era tranquilo, una vida muy distinta de la de Paris de principio de los `70. La familia vivía en una casa que antes era un monasterio que había sido construido en la forma de un cuadrilátero. Mi familia tenía tres lados y otra familia tenía el último lado. Esa familia consistió en los padres y siete niños. El padre era pintor. Ellos tuvieron poco dinero y espacio pero me parecían felices y más relajados que mi familia y también más bohemios. Eran también muy generosos porque cuando quise comprar un cuadro, una acuarela no aceptara ningún dinero. Tengo ese cuadro todavía hoy.

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