El otro día fui al centro para ir a mi clase particular de español pero mi profesora no estaba en casa. Inmediatamente pensé que me había equivocado el horario, o quizás el día, porque no soy una persona muy organizada y habia cambiado nuestra rutina. Sin embargo, creí que estaba bien el horario y continué tocando el timbre. En ese momento un vecino de mi profesora llegó y abrió con llave la puerta, y decidí entrar y golpear la puerta del departamento de mi profesora. Pero no hubo repuesta. De repente me dí cuenta que necesitaba una llave para salir del edificio, y estaba encerrada. ¡Que estupida que fui! No, ¡que estupidas las puertas en Argentina! Bueno, por suerte escuché que otra persona estaba bajando por el ascensor y corrí por la escalera y asi poder salir con él. Entonces, pasé mi mañana andando por las calles en bici en vez de hablando en español, al menos hasta que comenzó mi otra clase.
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