Era un invierno muy frío cuando yo alquilé un departamento a lado un hospital en la Boca. El departamento era pequeño con muebles viejos e interesantes. Tenía una pared azul y tres blancas. Lo más importante fue que traje mi piano. Se me hacía difícil dormir porque había mucho ruido de la calle, así que solo pudé tocar mi piano. En las noches, largas y frías yo escribía canciones para piano, preludios para piano.
Afuera, en mi ventana, escuchaba que mucha gente llegaba muerta al hospital. A veces mi habitación se llenaba con los fantasmas de los muertos y yo lo invitaba a bailar, cantar y llorar aquellas las frías noches de invierno porteño.
Afuera, en mi ventana, escuchaba que mucha gente llegaba muerta al hospital. A veces mi habitación se llenaba con los fantasmas de los muertos y yo lo invitaba a bailar, cantar y llorar aquellas las frías noches de invierno porteño.
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